Hidrogenesse, de cine

Alan Turing

Esperábamos ansiosos en primera fila, bajo la atenta mirada de Alan Turing en la pantalla. ¿Tocarían todo el disco temático sobre la figura del padre de la computación? Eran las doce de la mañana, nunca había estado en un concierto de Hidrogenesse tan pronto… ni tan sobrio. Y claro, eso tiene sus ventajas: una mejor atención para el disco más maduro y cargado de detalles del grupo, Un dígito binario dudoso. Este era el tercero de los interesantes conciertos mañaneros de Primer Intento en los cines Trueba. Con el aliciente de tener un añadido visual proyectado en la pantalla del cine, y como era de esperar, Hidrogenesse llevaba su propio material, relacionado con la temática de su disco. Y allí estaba esperando la cara de Turing, esperando a ser despertado por El beso.

Pero empezaron llevando la contraria. En lugar de empezar por el principio, por el beso que despierta a Alan Turing, se fueron directamente al final del disco. Poco importa, pues Historia del mundo contada por las máquinas, es exactamente lo que reza su título, la historia del mundo, independiente por tanto de la trama biográfica que hay detrás del último disco. Un tema enormemente ambicioso, que habla de la evolución de las máquinas desde los telares hasta las redes distribuídas y la dirección futura, unido a la historia del último siglo (tema recurrente en su discografía). Con una melodía fría, casi impersonal, que hace bellos unos sonidos propios de una comunicación entre máquinas. Y es que estas son las verdaderas narradoras de la canción, así queda claro en su forma de entender el futuro lejano como un infinito, una zona de indeterminación, un concepto puramente matemático.

Os llevaremos hacia la nada,
donde las líneas paralelas se encuentran,
donde las cosas no son falsas ni ciertas,
juntos de la mano hacia la nada.

Digitos binarios
Dígitos binarios nada dudosos

Uno podría pensar que un concierto de música tan electrónica no difiere mucho en directo y en el disco, pero supieron darle un toque distinto a las canciones, que sonaban más duras, menos delicadas. El beso, una introducción de beso al estilo de Blancanieves, que es una canción muy hipnótica y suave, sonó más potente, más enérgica. No sabría decir si llegaron a tocar todo el disco, pero diría que no faltó ninguna. Aunque el orden no era cronológico y se intercalaban canciones de otros discos, las pequeñas introducciones que aportaban antes de cada canción situaban perfectamente la acción y la situación dramática. Y es que cada canción juega a un género distinto según la situación del personaje.


Genís oteaba el horizonte. A veces para pedir que quitasen el aire acondicionado, para que hubiera «ambiente mediterráneo».

La butaca es un buen lugar para estar atento a los detalles del concierto, pero un verdadero suplicio en temas tan bailables como Captcha Cha Cha. En la pantalla vimos montones de ejemplos de captchas que tan bien conocemos, las famosas letras ofuscadas para saber si el usuario es humano o máquina. O sea, un test de Turing. También hubo varias imágenes de un viejo concurso de adivinación a ciegas (que podía haber salido tranquilamente de un Retrospecter de los Nui), que describe claramente el concepto del Captcha. Todo eso está muy bien, sí, pero uno quiere saltar a bailar. Me consta que por la parte de atrás algunos valientes del público saltaron al pasillo en algunas canciones. La misma frustración con su tema estrella, Disfraz de tigre, donde al menos apoyamos con la coreografía gestual. Un tema siempre divertido, donde el cantante, aprovechó para aplicar el «acento argentino» que menciona la canción en determinado momento.

Carlos Ballesteros, el cantante, muy deportivo-festivo. Llegó a cantar «susurrando con acento argentino».

El momento de mayor lucimiento quizá vino de lo que ellos denominaron como teatro malo. Primero les sirvió para escenificar la resurrección virtual de Christopher Morcom a través de la emulación de sus procesos mentales. El amado amigo de Turing que murió demasiado joven. La canción era Christopher, claro, esa estridencia teenager que esconde un terrible trauma de fondo que al mismo tiempo es un motivación crucial. Siguieron con el teatro malo, esta vez caracterizados de Catherine Deneuve (Carlos) y Serge Gainsbourg (Genís), para un versión que han sacado hace poco de Dieu fumeur de havanes. Pidieron un mechero al público e hicieron una performance durante la canción.

Teatro malo
Teatro malo: Alan Turing (Carlos) y Christopher Morcom (Genís)

Teatro malo
Teatro malo: Catherine Deneuve (Carlos) y Serge Gainsbourg (Genís)

Si el disco de Turing fuera una película, el climax sería Enigma. Todo el conflicto interior plasmado en esta canción que tiene un ritmo casi de suspense. El espionaje, su homosexualidad, su obra científica en entredicho. Por si no fuera suficiente ya con esto para que disfrutáramos el momento, decidieron jugar a enlazarla con un fragmento de la mejor canción de Los Punsetes, Maricas. Un inserto perfecto, fluido y coherente que además une a dos de los grupos nacionales con letras más interesantes del momento. Recordemos que Hidrogenesse ya tiene una versión de otra canción de Los Punsetes, Mono y Galgo, se puede escuchar aquí online y vale la pena porque es una joyita. Pero eso es otra historia, el caso es que el atrevimiento fue sorprendente y sobre todo gratificante.


Alan Turing vigilando… desde un ordenador, por supuesto.

Contento porque tocaron mi favorita, Schloss. Por supuesto, muchas buenas canciones -que no les faltan- quedaron fuera, pero sorprende especialmente que no tocaran su nuevo tema, El artista. No hubo bises. Queríamos más y lo pedimos, pero el concierto había sido tan perfecto que no se les podía echar en cara querer dejarlo así.

No faltó entre el material visual la máquina de Turing, claro, una recreación moderna, con un rotulador que pintaba unos pefectos 1 y 0 sobre una cinta. También hubo unos deliciosos viejos anuncios de Mac (también tocaron Eres PC, eres MAC) y de Amiga (tienen una «versión Amiga» del mismo tema).

Un placer Hidrogenesse, y un placer estas experiencias mañaneras musicales que nos han regalado Primer Intento y los cines SADE.

Más sobre Un dígito binario dudoso.

 

Iñaki Ortiz Gascón