‘Error humano’ de Chuck Palahniuk

Patetismo heterogeneo.

Error humano, de título mucho más apropiado en el original (Stranger than Fiction) es un compendio de crónicas, confesiones y entrevistas que nos permite adentrarnos un poco más en el esperpéntico mundo de su autor, Chuck Palahniuk, quien pesar de situarse ya habitualmente entre los bestsellers, siempre será definido por su primera obra «el autor de El club de la lucha«.

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Es difícil hablar de la obra en su conjunto, pues está compuesta por capítulos de diferente temática, género y hasta formato. Algunos capítulos tienen un estilo de crónica, muy cercano a realities televisivos como Callejeros (por ejemplo los capítulos De donde viene la carne, o Combate de cosechadoras). Otros son entrevistas puras (Juliette Lewis, Marilyn Manson…). Alguna oda a sus escritores favoritos (Amy Hempel o Ira Levin), que de su entusiasmo y de la precisión de sus alabanzas resultan de lo más refrescantes. Y por último, algunas confesiones personales.

De muchas maneras distintas, Palahniuk nos habla de si mismo (con sinceridad o no, eso ya es otra cuestión). El libro está dividido en tres grandes apartados: Gente, Retratos y Personal. Evidentemente, en el apartado personal es donde nos habla de sí mismo de forma más explícita, desnudándose ante el lector, con grandes dosis de patetismo y autoparodia en situaciones ridículas. Aunque en mi opinión, funcionan mejor los capítulos que, dentro del apartado Gente y por tanto con un estilo mucho más apoyado en la distancia descriptiva, hablan sobre sí mismo. Una crónica en primera persona. Destacable es en este sentido el relato sobre su flirteo con las drogas para vigoréxicos en el capítulo Fronteras. La aparente distancia y la inclusión, dentro de otras crónicas ajenas, confieren a estos capítulos una (falsa) apariencia de realismo y de confesión. Este es el caso de La señora, toda una demostración del escepticismo más radical que sirve para sembrar con raíces firmes la ficción. Algo así como -buscando ejemplos en el cine- ocurre con la reciente El último exorcismo: hacia la fe desde el mayor escepticismo. Mediante estos recursos, el autor juega en varias ocasiones a la confidencia, sugiriendo indirectamente que no debería contar ciertas cosas, que se sale del guión.

Nos habla también de sí mismo como profesional, como escritor, mostrando de forma muy abierta cual es el material real que se esconde tras la inspiración de algunas de sus novelas (en especial de El club de la lucha, aunque también de otras). La lucha, los anabolizantes, las visitas a pacientes terminales, la construcción de edificios pintorescos y un largo etcétera que va desde el detalle a lo general. Quiere remarcar la presencia de su vida, de su personalidad y de la de sus amigos en los personajes y en el fondo contextual de sus obras. Un juego de espejos, como él mismo indica con la metáfora de los espejos enfrentados en la barbería. Una especie de Shakespeare in love, pero hacia sí mismo. Palahniuk in love.

Palahniuk acostumbra a subrayar el absurdo de ciertas acciones que en principio forman parte de un ritual importante para sus protagonistas. Su cinismo le permite guardar distancia mientras habla del patetismo humano. Las orejas destrozadas de los luchadores, el concurso más paleto de la América profunda, el porno más desatado. Pero no sólo juega a revolcarse en el barro, también se molesta en buscar el detalle, en llegar al fondo del funcionamiento de las cosas, ya sea detallando la problemática de la construcción de castillos y los más mínimos pormenores de la vida en un submarino nuclear. Todo ello observado desde su cristal viciado y punzante, ofreciendo otro punto de vista, siempre dispuesto a provocar y a sorprender.

En conclusión, una serie de elementos aparentemente dispares, que de forma sutil a veces, tajante otras, forma una coherencia con valor de conjunto.

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Iñaki Ortiz Gascón