Guerra mundial Z: ciencia ficción inteligente

La última novela que ha caído en mis manos es Guerra Mundial Z: una historia oral de la guerra mundial Zombi de Max Brooks (hijo del director de cine Mel Brooks y la actriz Ann Bancroft). Se trata de la segunda novela del escritor, después de otra conocida incursión en el tema: Zombi – Guía de supervivencia. Ha tenido bastante éxito de crítica y de ventas, y Marc Forster (Cometas en el cielo) ya está preparando una adaptación cinematográfica, con guión de Matthew Michael Carnahan (Leones por corderos).

Quizá el mayor valor de este nuevo acercamiento al género zombi, es su condición de ciencia ficción dura, al contrario que la mayoría de los enfoques en este campo, que habitualmente funcionan en forma de terror casi puro. Lo que tenemos aquí, más que una historia de monstruos es un what if en toda regla, donde, partiendo de una situación imposible -la invasión zombi- se examina al detalle cada repercusión, estrategia, efectos sociopolíticos, psicológicos, económicos… con un realismo sorprendente y con una visión global abrumadora.

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La cruenta batalla de Yonkers en el estado de Nueva York.

Brooks se ha inspirado en The Good War: An Oral History of World War Two de Stuids Terkel. Básicamente, la idea del escritor ha sido tomar la estructura de entrevistas de aquella y su estudio global de la segunda guerra mundial a varios niveles, y aplicarlo a una ficticia invasión mundial zombi, usando el concepto de zombi de George A. Romero. Este formato de entrevistas podría resultar árido por la falta de personajes principales y la ausencia total de diálogos, pero lo cierto es que tal y como está desarrollada, funciona muy bien, no sólo porque los capítulos funcionan a modo de relatos cortos de unidad temática, sino porque la cronología que mantienen estas entrevistas, conforman un desarrollo del conflicto que tiene una unidad bien definida. El interés no decae en ningún momento.

Toda la narración está basada en el testimonio de los propios personajes, lo que elimina cualquier tipo de adorno literario. El novelista se adapta en cada caso a la forma de hablar de los personajes, a veces más dispersos, a veces más chabacanos, inseguros, etc. Sin embargo, se toma ciertas licencias para que esta narración sea algo más dramática, guardando algunos elementos para el final del capítulo, o coqueteando con algunos recursos de géneros ajenos, rozando y a veces traspasando totalmente el límite que mantiene a la novela dentro del realismo. Con todo, estas concesiones se agradecen en la mayoría de los casos, por lo que enriquecen el texto. Muchas veces la novela muestra el drama y la violencia con crudeza, y aunque su versión de los monstruos es la tradicional (a día de hoy resulta algo chistoso esos muertos vivientes con los brazos levantados acercándose lentamente, por lo se suele modernizar con muertos salvajes y rápidos) consigue una atmósfera oscurísima, desagradable y descorazonadora, a través, sobre todo, de los efectos en la población.

Brooks se permite, con este planteamiento, hablar de la situación política y social de los diferentes pueblos del mundo. Con la situación de postguerra que muestra en la novela, muchas veces paradójica, reflexiona sobre la condición de algunas de las naciones más características del planeta.

Resulta un detalle curioso y muy significativo, que la biografía del escritor que se puede leer en el propio libro, es en parte ficticia, en consonancia con la historia que cuenta como entrevistador en primera persona.

En definitiva, una novela divertida, inteligente que se puede disfrutar a varios niveles. Muy recomendable, especialmente para los amantes de los desarrollos realistas de planteamientos más disparatados.

Iñaki Ortiz Gascón