Salas de cine ridículas en Gipuzkoa

Uno ya acepta que lo que nos toca vivir son los multicines. Se acabaron las grandes salas de hace veinte años, eso, tal y como está la industria, es imposible. Aún así, hay algunos multicines que cuentan con unas salas muy satisfactorias, como es el caso de Cinebox Mendibil (que ojalá tuviera una oferta mejor en su cartelera).

Lo que parece mentira es que en Donosti, una ciudad de cine con varios festivales a lo largo del año, uno de ellos bien importante, tenga unas salas cada vez peores. Los cines de la Sade (Príncipe, Trueba, Antiguo Berri) han perdido mucho: cambiaron las amplias salas del Astoria por unas diminutas (aunque eso sí, nuevas y bien equipadas) salas en el Antiguo Berri. Son ridículamente pequeñas. Parece mentira que se proyecten películas del Zinemaldi (a veces en dos salas a la vez porque en una no hay sitio), claro que si no donde. Contra los Trueba no voy a arremeter, son cines para minorías y es lo que hay. Las salas cumplen con los mínimos. En los cines Príncipe, hay algunas salas claramente deterioradas (rayas en las pantallas, luces de seguridad rotas que brillan de forma molesta). Además, después de la última remodelación, aparecieron salas diminutas en rocovecos insospechados.

Pero lo peor lo viví esta semana en los cines Oscar de La Bretxa. Suelo evitar estas salas, pero eran los únicos cines que ponían Scott Pilgrim contra el mundo (no entiendo la nula promoción de una película que tiene un target clarísimo). En concreto, hablamos de la sala 8. Encontrarse con una pantalla pequeña ya no es nada nuevo, pero que se haya tenido la desfachatez de alargar la sala hacia atrás hasta tal punto que la sala parece un autobús, se pasa de lo admisible. Para que desde las filas de atrás, allá en la lejanía, se pueda ver algo, no queda otra que subir la pantalla más de lo necesario, así que si te sientas a una distancia cercana, en consonancia con el tamaño, puedes sufrir una torticolis después de hora y media mirando al cielo. La broma no acaba ahí, el inaceptable sonido, al que no te acostumbras pasado un rato, te hace preguntarte si han pirateado la película y el sonido es screener. Además, las luces de seguridad tenían una potencia y una situación claramente molestas.

El cine tiene una gran ventaja con respecto a ver las películas en casa: la experiencia audiovisual mucho más enriquecedora. No perdamos eso, o nos cargamos el invento. Respetemos los mínimos.

Mi crítica de Scott Pilgrim contra el mundo. Es una postcrítica así que cuidado quien no haya visto la película.

 

Iñaki Ortiz Gascón