¿Realmente se quedarían sin agua en ’28 días después’?

Este viernes se estrena 28 años después, continuación de una trilogía iniciada por una de mis películas favoritas, 28 días después. Pero no vengo aquí a hablar de cine, eso ya lo hago en elcontraplano.com. Hay una escena muy concreta que siempre me ha rondado por la cabeza desde que vi aquella película. Frank, el personaje interpretado por Brendan Gleeson, está en la azotea de su edificio y muestra con resignación una colección de cubos, palanganas y otros cacharros preparados para recoger agua de lluvia.

Frank, ¿a dónde vas con ese cesto de lavandería?

Los ha dejado allí para intentar sobrevivir con su hija sin salir del edificio, que está atrincherado para evitar que entren los infectados. Se encoge de hombros y dice algo así como: «No ha llovido nada». Aparte de eso, también explica que han intentando sin éxito atrapar el agua de la humedad del ambiente, pero eso lo dejamos para otro día. Centrémonos en los cubos.

¿De verdad eso podría pasar en una ciudad como Londres? Una ciudad que asociamos con cierta cantidad de lluvia. ¿Te quedarías sin agua aunque pusieras bastantes recipientes en el tejado? ¿O es solo una necesidad para hacer avanzar la aventura? Obviamente es, ante todo, esto último. Alex Garland, el guionista, necesita sacarlos de ahí. ¿Pero es realista? ¿Se ha pasado Danny Boyle con la cantidad de cacharros para hacer más atractivo el plano? ¿El cesto de lavandería es un chiste o representa la desesperación del personaje?

Vamos a comprobarlo con datos

Para salir de dudas, he preparado una simulación. El objetivo: estimar si dos personas podrían sobrevivir recogiendo agua de lluvia durante un año completo, en una ciudad como Londres, usando solo cubos en la azotea, sin acceso a ninguna otra fuente.

Para ello he usado datos meteorológicos reales de precipitaciones y evapotranspiración diarios, obtenidos a través de la API de Open-Meteo, que proporciona datos históricos gratuitos. He tomado datos de 2002, año de estreno de la película, como periodo de referencia. En realidad, he comprobado que los resultados son similares con otros años, lo veremos al final. Sí que cambia un poco la estación que escojamos de inicio, aunque a la larga tampoco es significativo. También lo veremos después. Está pensado para Londres, que es donde transcurre la película pero por curiosidad he querido compararlo también con la ciudad donde vivo, Donosti, más famosa por su lluvia que por sus pintxos. Veréis la diferencia.

A ver quién es el guapo que cuenta los recipientes uno a uno.

¿Qué supuestos hago?

Partiremos de los siguientes supuestos:

  • Solo hay recipientes individuales en la azotea (cubos, palanganas, barreños…). No hay un contenedor extra con tapa ni un sistema de almacenamiento más sofisticado, más allá de que podamos tener un par de bidones de emergencia. Esto implica que la capacidad máxima de almacenamiento es el total del volumen de los recipientes y que el agua está a la intemperie, lo que no es demasiado eficiente. Sería mejor que se dedicaran a volcar cada día el agua sobrante en algún tipo de recipiente, idealmente cerrado pero podrían usar bañeras cubiertas de plástico. En fin, como no han sido capaces de llevar a cabo la captura de la humedad que vieron en un documental, voy a suponer que no son tan organizados y contaremos solo con lo que haya en los recipientes del tejado. Visto el cesto de lavandería de la foto, no espero que sean muy resolutivos.
  • El tamaño medio de cada recipiente está estimado pensando en un cubo cilíndrico (ya sabéis, ”supongamos que la vaca es esférica”) de 12 cm de radio y 20 cm de alto. Hay recipientes mayores en la imagen, como una bañerita de bebé y también otros más pequeños como cacerolas, pero creo que es razonable asumir esta media.
  • El número de recipientes es difícil de contar en los fotogramas de la película que además optó por una imagen digital de una Canon XL que no es lo que más resolución tiene del mundo. Pero anulando la perspectiva con Gimp y recortando una octava parte del tejado, cuento unas 80 piezas que multiplicado por 8 daría 640 recipientes. Esa es la estimación principal aunque también hago una simulación mucho más modesta con 300 unidades para curarnos en salud. Claramente hay más de 300. Veremos que no es el la cuestión más crítica. Si alguien los cuenta uno a uno que lo deje en comentarios. O si creéis que el tamaño medio está mal estimado.
  • El consumo diario de agua propuesto es de 15 litros para dos personas. Es una cifra baja, pero realista en modo supervivencia, para beber, aseo básico e incluso algo de fregado. Para un Fremen sería un derroche. No lo he tenido en cuenta pero podríamos suponer también que en los días difíciles podrían sobrevivir con mucho menos, bebiendo lo justo y sin aseo hasta que lleguen las lluvias. Pero tampoco es una diferencia relevante.
  • He incluido también el efecto de la evapotranspiración, es decir, el agua que se evapora, ya que los recipientes están al aire libre y expuestos al sol, viento y temperatura. Esto veremos que sí es muy relevante. Open-Meteo ofrece también datos diarios de evotranspiración en milímetros, con lo que podemos afinar cada día cuánta agua perderíamos en cada ciudad. Es una suerte tener este dato porque, en caso de no contar con él, deberíamos recurrir a la fórmula de Hargreaves, relativamente sencilla, o ya más afinada y compleja, la fórmula de Penman-Monteith que es estándar de la FAO (1998). Esto requeriría de mucho más datos, pero la buena gente de Open-Meteo ya nos lo da hecho.

Resultados: ¿Sobrevivirían en Londres o no?

Aquí están los resultados de la simulación con la evolución del nivel de agua almacenada en Londres durante el año 2002. Cada vez que el nivel cae a cero, marcado en rojo, significa que los personajes se han quedado sin agua. 

Londres | 640 recipientes | enero 2002 – diciembre 2002

¿El resultado? Malas noticias para Frank y su hija. Incluso haciendo una estimación optimista del número de recipientes, hay bastantes momentos del año en los que el sistema no da abasto y se quedan sin reservas. Vemos que, por lo visto, en Londres en abril no hay aguas mil, y gran parte del mes se queadrían completamente secos. Cosa que vuelve a ocurrir en varias ocasiones y especialmente en los meses de verano. El otoño e invierno se presenta mejor aunque veremos después, cuando estudie varias estaciones, que después vuelve a torcerse la cosa.

La principal causa de la pérdida del agua no es el consumo (15 litros diarios) sino la evaporación. 

  • La media de evapotranspiración en londres es de 1,8 mm/día. Aunque llega a alcanzar los 4,9 mm/día. 
  • El área son 640 recipientes de π*0,12², lo que da un total de 28,95 m²
  • Si multiplicamos por 1,8 mm entre 1000 para pasarlo a metros y a su vez por 1000 para pasar m³ a litros, tenemos: 52,11 litros que perderíamos a diario por la evaporación

Si a eso le sumamos los 15 litros de consumo tendríamos 67 litros menos cada día. Y en los días más secos (4,9 mm/día) llegaríamos a 157 litros perdidos en un día. Esto hace muy difícil superar el verano.

Observemos cuál sería la situación con los mismos datos pero si no hubiera evaporación:

Londres | 640 recipientes | enero 2002 – diciembre 2002 | sin evaporación

Vemos que en este gráfico se alcanza el máximo de la capacidad (unos 6000 litros) y se mantiene ahí. Así que si nuestros héroes encontraran la manera de preservar el agua, idealmente transportándola a grandes recipientes cerrados o al menos en bañeras en los últimos pisos, tapadas con plásticos o algún apaño similar, podrían conseguir sobrevivir. El gran problema es que su almacenamiento no es un contenedor habitual de agua que tiene un área razonable y una buena altura (además de estar tapado). Se trata de un área muy grande (casi 30 m²) con 20 cm de altura, lo que facilita la evaporación por tener tanta superficie expuesta al aire.

Así que bien por Alex Garland. Ciertamente, si no son muy hábiles buscando un sistema de almacenamiento cerrado, y nos dejan claro que no lo son, pronto se quedarían sin agua y se verían obligados a buscar fortuna fuera. En este sentido la película es realista.

¿Y si esto ocurriera aquí?

Como decía, he querido hacer el mismo experimento en la ciudad en la que vivo: Donosti. Al fin y al cabo, el clima templado oceánico es bastante parecido al de Londres, aunque todos sabemos que aquí llueve más. Coloco las dos ciudades en la misma gráfica.

Donosti, Londres | 640 recipientes | enero 2002 – diciembre 2002

Efectivamente, salta a la vista que el resultado es bastante mejor. Es inevitable que, si los primeros días partimos de cero provisiones, vamos a tener que rezar para que empiece a llover ya, vivamos donde vivamos. Vemos por ejemplo que enero fue poco lluvioso. Pero suponiendo que los primeros días sobrevivas con lo que tengas -y en la película se entiende que llevan tiempo resistiendo con sus propias reservas- una vez que empieza a llover hay un suministro continuado con margen que llega a alcanzar casi el máximo de capacidad. Incluso da para darte una ducha de vez en cuando. La principal diferencia con Londres es que en verano, aunque el almacenamiento baja, no llegamos a tocar fondo. La media de precipitaciones de Donosti en 2002 fue 3,85 mm, mientras que en Londres fue 1,97 mm, aproximadamente la mitad. A cambio, hay más evaporación en Donosti, donde tenemos temperaturas más cálidas: una media de 2,34 mm en Donosti frente a 1,8 mm en Londres. Pero no es una diferencia tan considerable como la de las precipitaciones, y es especialmente relevante en los meses de verano.

¿Y si bajamos a 300 recipientes?

Donosti, Londres | 300 recipientes | enero 2002 – diciembre 2002

Bajando el número de recipientes hasta solo 300, la cosa empeora e incluso en Donosti, el verano se va a complicar. En el caso de Londres ya se hace impracticable. Con un poco de prudencia esos días y siendo algo más laxo con la higiene, quizá podríamos malvivir en Donosti, aunque aquí sí que sería necesario guardar algunos bidones de agua aparte. Aún así, no parece tan relevante la cantidad de cacharros (lo hemos bajado a menos de la mitad) como las precipitaciones y la evapotranspiración. Así que aunque este es el punto donde más ha sido necesario estimar «a ojo», tanto la cantidad como los tamaños, si el supuesto no está muy desafinado, no deberían cambiar demasiado las conclusiones finales.

¿Y si empezamos en verano?

Donosti, Londres | 640 recipientes | julio 2002 – junio 2003

Curiosamente, en Donosti incluso la cosa va a mejor, al menos en 2002 que parece que llovió suficiente en julio (el Jazzaldi no falla). En cualquier caso, sigue siendo importante no empezar de cero absoluto y resistir unas semanas hasta que empiece a funcionar bien el sistema. Al menos, con lo mínimo para beber 1 litro por persona al día durante 3 semanas. Digamos 40 litros. En el caso de Londres vemos que tendríamos un verano muy difícil pero es que además, y esto es lo más relevante, incluso cuando el sistema ya ha cogido inercia y pasamos un invierno con el almacenamiento al máximo, en el siguiente verano, en 2003, volvemos a caer a cero, lo que deja claro que el sistema es inviable a largo plazo, tal y como lo hemos planteado, sin recursos adicionales. Por el contrario, en Donosti aunque vuelve a bajar en el siguiente verano, está muy lejos de tocar suelo.

Vamos a probar una simulación más empezando en otoño

Donosti, Londres | 640 recipientes | octubre 2002 – septiembre 2003

De nuevo vemos lo mismo. Un buen otoño e invierno para Londres pero caemos en picado en verano, a pesar de venir de tener el almacenamiento al máximo. En cualquier caso, este verano también resulta algo más complicado en Donosti, sería necesario guardar algunos bidones para sobrevivir unos días en un par de momentos del verano. Es mucho peor el caso en Londres que prácticamente está a cero de mediados de junio hasta finales de septiembre.

Hasta hoy

Por último, para comprobar que no estamos teniendo unos datos demasiado sesgados por 2002 – 2003, vamos a ver un gráfico completo hasta hoy:

No es muy cómodo de ver pero nos sirve para captar la idea general: en Londres hay problemas cada año. En Donosti hay algunos veranos complicados, por ejemplo vemos que se queda a cero al final del verano de 2015, aunque he mirado de cerca esas fechas y realmente, aunque toca suelo varias veces, son días sueltos. Así que volvemos a la idea de que algunos veranos pueden requerir de ciertas reservas mínimas que es razonable que puedan tener. Otros años, sobre todo en los más recientes, no hay ni la más mínima interrupción.

Así que con un poco de cuidado y con unas mínimas reservas iniciales, y quizá algunos bidones de emergencia para los veranos más calurosos, podemos sobrevivir en Donosti. ¡Punto para el Cantábrico!

Al final sí que llovió

Os dejo por aquí el cuaderno de python en Google Colab con el que he hecho la simulación. Podéis salsear, ver cómo está calculado o probar con otros datos. Incluso modificarlo para poner las coordenadas de vuestras ciudades.

Iñaki Ortiz Gascón